martes, 9 de mayo de 2017

LA MUERTE DE DIOS, ULTIMA PARTE


I PARTE

Esta última etapa de la historia del hombre sorprende a los hijos de YHVH con grandes dificultades y grandes desafíos que afrontar, con la destrucción de los valores morales instituidos en la Ley de Dios, es poco lo que se puede hacer, emprender una lucha frente a una sociedad que se siente libre de aquellas ataduras a esta altura de la historia parece resultar estéril, de acuerdo a lo que hemos analizado a través de estos estudios, ha triunfado el nihilismo pasivo, pues la humanidad no ha sido capaz de construir una sociedad más virtuosa, y como consecuencia de ello el hombre ha entrado en un estado de vacío frente a su propia existencia, a un estado de desesperanza frente a las incertidumbres que le plantea esta sociedad contemporánea. La sociedad que ha derivado de la infinidad de conflictos en los que el hombre se ha sumergido ha significado el fracaso de su propio gobierno, el hombre rechazó a Dios y decidió gobernarse a sí mismo desechando la guía de su creador, y en ese camino ha probado todos los sistemas posibles y ha fracasado en todos ellos, hoy el discurso dominante nos quiere hacer creer que hemos alcanzado la cúspide de nuestra civilización, que hemos llegado al zenit de ella, que en toda la historia del hombre nunca había alcanzado tal nivel de sofisticación y adelantos en todas las áreas del saber, económico, tecnológico, político, social, pero una muy maquillada sociedad se enfrenta hoy a su propia debacle y a una decadencia que ya no tiene freno, el hombre ha experimentado la muerte en medio de las ciudades que ha construido, en medio de las estructuras en las cuales se ha sumergido, donde hoy el hombre es tan solo parte de una estadística y sus propias problemáticas tienen nula relevancia. Como lo explicamos en los capítulos precedentes, si Dios ha Muerto, la consecuencia de ello es la muerte del propio hombre, esa muerte del hombre contemporáneo ha quedado muy bien personificada en las series televisivas actuales donde se le representa a los seres humanos como zombies en medio de una sociedad que se destruye, es verdad ¡El hombre ha muerto! Y quizás aún no se ha enterado de ello, ¿Pero todos los hombres han muerto?, y es aquí donde se puede plantear la pregunta, sobre ¿Qué ocurre con el pueblo de YHVH? La muerte de los hombres es un hecho concreto pero a pesar de ello aún queda esperanza, en el Evangelio de Juan encontramos un hermoso pasaje donde nos relata la parábola del buen pastor:

“De cierto, de cierto les digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta sino que sube por otra parte, ese es ladrón y asaltante. Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz. A sus ovejas las llama por nombre y las conduce afuera. Y cuando saca fuera a todas las suyas va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero al extraño jamás seguirán; mas bien, huirán de él porque no conocen la voz de los extraños”.

Jesús les dijo esta figura, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Entonces Jesús les habló de nuevo: “De cierto, de cierto les digo que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los oyeron. Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas”. (Juan 10:1-11)





La idea que el hombre ha muerto, no es una idea exclusiva de este tiempo, las escrituras por cierto dan cuenta de ello (Génesis 2:17), el hombre murió al separarse de su creador, en nuestra serie “Las raíces de nuestra fe” ya explicamos como el pueblo de YHVH murió al no seguir su Ley y apartarse de sus caminos siendo su castigo la muerte, pero al profeta Ezequiel se le dio la visión de cómo a ese pueblo que había muerto se le volvería a dar vida (Ezequiel 37:1-14), el Señor resucitaría a su hijo amado Israel, quienes se habían transformado tan sólo en un sinfín de huesos secos; a estos, YHVH les había dicho a través del profeta Oseas que por sus transgresiones no serían más su pueblo, pero que sin embargo en el mismo lugar donde les fue dicho aquello, vosotros no sois mi pueblo, les será dicho, pueblo mío y ellos dirán al Señor, mi Dios (Oseas 1:10). Es el Mesías, en cumplimiento a lo señalado por YHVH, quien ha venido para poner su vida por las ovejas, y para que tenga vida, como lo señala el Evangelio de Juan, y para que la tenga en abundancia. Es verdad que en estos tiempos nos enfrentamos a los mayores engaños que el hombre ha debido enfrentar en toda la historia, pero es necesario comenzar a abrir los ojos, que aquellos que aun duermen, despierten y puedan ver aquel engaño al que son sometidos, el Señor nos advierte sobre la condición de la congregación al final de los tiempos, envanecida en recursos y deseos materiales, envanecidos en la conquista de las cosas, por sobre lo trascendente, en apariencias y mentiras, y lo que es peor absolutamente segada frente a una realidad que esta frente a ella, a esta congregación se le señala en el mensaje a Laodicea:

“Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. (Apocalipsis 3:18).

Esto lo señala el Señor debido a que la congregación posee una condición espiritual lamentable, en el versículo anterior las palabras son muy duras señalando:

Porque tú dices: yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. (Apocalipsis 3:17)

Aquellas palabras no deben pasarse por alto, el mayor peligro de estos tiempos está en las propias iglesias donde se congregan los creyentes, esas han abandonado la palabra de YHVH para seguir ideologías de hombres que justifican un sistema económico hegemónico, y que en estos tiempos ha venido a dar sentido a nuestra existencia, y donde se es capaz de abandonar todos los valores, para validar otros que el mundo desea. Lamentablemente, y como lo hemos expuesto anteriormente, el protestantismo no es más la justificación religiosa y la imposición de aquel sistema que aparentemente ha triunfado en el mundo, y que es este capitalismo que está consumiéndolo todo, que nos enceguece, que nos muestra una falsa realidad, y cuya doctrina sale desde los púlpitos de falsos pastores engañando a millones de incautos que terminan con sus vidas destruidas, “compra de mí oro refinado en fuego dice el Señor, para que seas rico”, para que de verdad seas rico, y no pongas tu corazón en falsas riquezas, riquezas terrenales que corrompen el alma, pero que es la riqueza con la que sueña este mundo corrupto, y de la que la iglesia contemporánea se hace parte, por lo tanto unge tus ojos con colirio, para que puedas ver. A este sistema que ha inundado cada aspecto de nuestra vida le queda poco tiempo, el juicio de YHVH ya está sobre ella, recordemos la imagen de un relato muy conocido que lo encontramos en el capítulo 19 del libro de Génesis, en él se describe la destrucción de dos ciudades, Sodoma y Gomorra. El sobrino de Abraham, Lot, se había instalado en ella después de separarse de su tío, se situó en la ribera del río Jordán y poco a poco se fue acercando hacia Sodoma hasta habitar finalmente en ella. Sodoma debió haber sido una ciudad muy atractiva, con mucho comercio y actividades de diversos tipos, pero como señala la escritura llena de pecado, no muy distinta por cierto de las grandes ciudades de hoy en día, a los ojos de sus habitantes debió ser una gran ciudad, incluso los hijos de Dios habitaron en ella atraídos, posiblemente, por todas las oportunidades y riquezas que ella podía ofrecer, lo cierto es que YHVH determinó destruirla, graficando con ello la destrucción de todo una sociedad y todo un estilo y sistema de vida, aunque antes de su destrucción sacó de ella a un hombre justo y a su familia, para que no sea haga parte de sus pecados y de su destrucción.



Esta misma imagen vemos que está escrita en un futuro cercano para la gran ciudad que es el ícono contemporáneo de modelo de esta sociedad consumista y capitalista que gobierna el mundo en la actualidad, y que será motivo de otro estudio que publicaremos próximamente, las escrituras señalan:

“Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades”. (Apocalipsis 18:3-5)

Muchos protestantes citan este pasaje para referirse a la Iglesia Católica señalando que deben salir de ella, ya veremos que esa idea es falsa, lo cierto es que el pueblo de YHVH está cegado aún por las riquezas y supuestas bendiciones de un sistema que los lleva directo a la perdición, el llamado es que unjan sus ojos con colirio para que puedan ver, y salgan de un sistema que hasta aquí los mantiene cegados. Estos tiempos que nos ha correspondido vivir son en extremo peligrosos, y el desafío que tenemos todos los hijos de YHVH es de una máxima complejidad, no es un tiempo fácil para quienes decidan seguir a YHVH y a su Mesías, muy lejos de la prosperidad que prometen las falsas congregaciones protestantes, que como señalamos no son más que representantes de una doctrina económica y social dominante, los creyentes deberán enfrentarse a una sociedad que no comulga con la Ley de Dios, muy pronto quedara prohibida, explícita o implícitamente, toda manifestación de aquellos valores que YHVH ha dejado por escrito, pues estos “viejos” valores se estrellan frontalmente con una sociedad que ha decidido tomar un camino radicalmente distinto del que YHVH nos ha señalado por todos los motivos que se dieron en los capítulos anteriores, aquel pueblo de YHVH muy pronto quedara al margen de la ley de los hombre la que está en absoluta oposición a la Ley de Dios.

La muerte de Dios, cuya idea y consecuencias se explicaron a través de estos estudios, derivó a su vez en la muerte de los hombres, este concepto nos abre los ojos para comprender las características de nuestra sociedad, y también de las expectativas que tenemos frente a ella, si los hombres han muerto, los hijos de YHVH tiene las esperanzas intactas, pues la esperanza está en su propia palabra y como lo señala la profecía de Ezequiel 37 y de Oseas 1, el pueblo de YHVH comenzará a ser resucitado, las escrituras nos señalan también sobre aquellos hombres que están muertos, la diferencia está en que aquel que es pueblo de Dios será resucitado, ese Israel que continúa perdido en el mundo, siguiendo doctrinas extrañas, comiendo junto a los cerdos, esta pronto a tomar conciencia de su situación, esta pronto a despertar y darse cuenta que en la casa de su padre no pasará necesidades y decidirá volver a Él, y el padre al verlo desde lejos saldrá a su encuentro y lo recibirá con un abrazo, y dirá, mi hijo que estaba muerto, ha resucitado.

Concluimos aquí un estudio que nos ha llevado por las implicancias de la decisión de los hombres de matar a Dios, una decisión que se ha replicado en otros momentos de nuestra historia, y que siempre ha conducido por el mismo camino, no es malo el conocimiento, muy por el contrario, es algo que desde este propio sitio propiciamos, el problema del hombre es que al acceder a cierto nivel de conocimiento, lejos de reconocer sus limitaciones, se eleva hacia categorías incluso por sobre su creador, y en esa posición ha tomado fatales decisiones como la de desecharlo y matarlo porque los hombres han estimado que no necesitan de Él, pensando en que por sus propios medios pueden construir una sociedad que exalte al hombre como la máxima expresión de la creación, olvidándonos que tan sólo somos parte de la creación, una creación especial, es verdad, pero que nunca estaremos al nivel de nuestro creador para darnos un lugar que no nos corresponde.

Ante todas las problemáticas con las que nos desafía este mundo contemporáneo, y que insisto, están muy lejos de las fantasías que predican las iglesias actuales, tenemos la esperanza que nos regaló Yeshua el Mesias, ante la muerte del hombre producto del sistema que ha engendrado, él nos viene a dar vida, como lo señala el Evangelio de Juan “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”

“El principio de la sabiduría es el temor de YHVH; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos”. (Salmo 111:10)

Que la bendición de YHVH esté sobre ti.

Gabriel Elías